miércoles, 3 de junio de 2015

"Eso" - Inger Christensen


Dejemos la mediocridad a un lado. Poesía es lo que hace Inger Christensen. Qué sutileza, cuánta inteligencia, qué forma de escribir como le da la gana sin atenerse a nada, y qué resultado más brillante. Sus versos llenaron la boca de los políticos pero también ocuparon los muros de las ciudades en graffitis de protesta social. ¿Quién sino un artista brillante puede presumir de haber logrado algo así?

Inger Christensen (Vejle, 1935 – Copenhague 2009) fue matemática, poeta, dramaturga y ensayista. Su nombre apareció durante años en las quinielas para el Premio Nobel, aunque finalmente nunca llegaron a concedérselo. Ganó muchos otros premios importantes, trabajó para varias Academias de la lengua y actualmente su obra se ha traducido ya a más de treinta idiomas. La editorial Sexto Piso acaba de publicar “Eso”, aunque ya contaba en su catálogo con otro título de la misma autora, titulado “Alfabeto” y publicado en 2014.

¿Qué es “Eso”?

“Eso” es un poemario brillante. Contamos con la excelente edición de Sexto Piso (editorial siempre tan meticulosa y elegante), que incluye los textos originales en danés junto con la traducción de Francisco J. Uriz, apoyada por The Danish Arts Foundation. Además, este libro incluye un prólogo y un epílogo de la autora, Inger Christensen, pero que nadie busque en ellos la explicación racional o académica de qué demonios es “Eso”. Se diría que son un prólogo y un epílogo “experimentales” (también se ha tildado a su poesía de experimental, pero aquí preferimos alejarnos de las etiquetas), nada tienen que ver con los que acostumbran a incluir todo tipo de libros: el prólogo y el epílogo son poemas largos, y no son narrativos (aunque es seguro que Christensen tendría la impresión de haber expuesto en ellos muy claras sus ideas, y el que quiera entender que entienda).

Pues bien, “Eso” es todo.

Lo que hace Christensen es tomar ese todo, (todo lo conocido, todo lo que existe o es susceptible de ser nombrado) para descomponerlo hasta llegar a sus partes más pequeñas, y entonces analizarlas, criticarlas o adorarlas según el caso y mostrarlas, en fin, a sus lectores, para que sean conscientes de cómo comprende ella el mundo que le rodea, y en qué lugar del mismo nos encontramos.

Así, “Eso” es el latido, el crecimiento, la expansión, el aire en los pulmones, la vida en todas sus formas posibles. Pero también la injusticia y la explotación, y precisamente este aspecto es el que hizo que los poemas de esta brillante autora fueran utilizados como herramientas de denuncia social, y que los políticos más falsos y demagogos los usaran en sus discursos como treta para acercarse al pueblo. Posiblemente ese fue el motivo principal por el que su obra se expandió rápidamente por todo el mundo.

El escenario

“Eso” bien podría ser “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord en poesía. Hay mucho de artificial en los escenarios que dibuja Christensen, pero no son más que las mismas apariencias que nos rodean por todas partes en esta sociedad de trampantojos, en la que queramos o no, nos movemos como títeres dentro de unos límites muy pequeños.

Hay varios elementos que aparecen repetidos a lo largo del poemario (dotándolo de homogeneidad), figuras recurrentes que sirven de marco o escenario donde se representa todo lo demás: la hierba, la nieve, la arena, el agua o las flores. A través de estos símbolos y del uso que se hace de ellos, Christensen representa, como en un teatro de marionetas, ese “todo” a lo que nos referíamos antes. Muestra su incredulidad ante las prohibiciones, su estupor ante la reclusión, nos habla de locos encerrados en manicomios, de manifestantes detenidos, haciendo una poesía tan surrealista como concreta (sí), consiguiendo con guiños a lo largo de todo el texto una fuerte homogeneidad, un mensaje claro y directo y una corporeidad casi física.

Christensen era profesora de matemáticas, labor que compaginaba con la escritura, algo que no debe resultar extraño porque como saben, las matemáticas, al igual que la poesía, tienen un fuerte componente de pensamiento abstracto. Además, se debe romper ese cliché: no da en absoluto la impresión de que estos poemas procedan de una mente cuadriculada, todo lo contrario. Se trata de una artista libre que muestra su bochorno ante la vida tan artificial del ser humano, y que evoca otras formas de pasar por el mundo mucho más agradables y sobre todo, más naturales.  

Un lujo, todo un placer, pasear por los escenarios nevados que dibujó Inger Christensen, encontrar su huella, posar con cuidado sobre ella nuestro pie, reflexionar sobre “eso”, derribar gracias al arte las barreras.


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