viernes, 20 de septiembre de 2013

J.R.R. Tolkien, Señor de la Tierra Media - Ed. de Joseph Pearce


Su conversación se centraba ahora en sus libros. Había trabajado durante catorce años en El Señor de los Anillos y antes de eso durante muchos años en El Silmarillion. Eran sin duda la obra de su vida. En cierto modo los había esbozado antes de empezar a ir a la escuela, y de hecho había escrito uno o dos de los poemas mientras todavía estaba en el colegio, creo que los poemas de Tom Bombadil. Y ahora ya no le esperaba nada, excepto una salud quebrantada y una pensión insuficiente. Verlo tan desmoralizado y tan poco interesado en nada que no fueran sus problemas nos preocupó seriamente. ¿Qué podíamos hacer para mitigar su depresión? Podía pasear con él y recorrer los alrededores en coche durante el día pero ¿cómo pasaríamos las veladas? Entonces tuve una idea. Me arriesgaría a iniciarlo en los misterios de una nueva máquina que tenía en casa y que estaba probando sus posibles aplicaciones a la educación. Era una gran caja negra, un ferrógrafo, un modelo primitivo de magnetófono. Confrontarlo con la máquina era arriesgado porque había dejado claro que las detestaba. Podía maldecirla y maldecirme a mí con ella, pero cabía la posibilidad de que sintiera interés por grabar, por escuchar su propia voz.
Y ciertamente le interesó. Empezó grabando el Padrenuestro en gótico para expulsar el mal que estaba seguro la habitaba por su condición de máquina.

Me parece que no disfrutó mucho de la comida en el tiempo que pasó en Malvern, porque mi esposa estaba por entonces practicando con un libro de cocina francesa y por razones que desconozco él parecía detestar todo lo francés. Nosotros los atribuimos entonces a que estaba desganado. De todos modos, Tolkien le mandó una encantadora carta de agradecimiento a mi esposa escrita en élfico con su traducción al inglés.

George Sayer

* * *

El Señor de los Anillos no es una obra sin defecto, pero es más rica y profunda que muchos libros pergeñados más cuidadosamente por hombres más ligeros. Los que empujaba a Tolkien a trabajar hasta altas horas de la noche no era meramente el deseo de contar una historia, sino la conciencia de que él era parte de una historia. Tal vez estuviera escribiendo ficción, pero estaba narrando la verdad acerca del mundo como ésta se le revelaba. Y esta verdad la descubrió a medida que escribía, a través del proceso de escritura mismo. "Tuve la siempre la sensación de registrar lo que estuvo siempre "allí", en alguna parte, no de "inventar".

Después relata que una vez se encontró con Gandalf, en la persona de un hombre que lo visitó para discutir ciertos viejos cuadros que parecían pintados a propósito para ilustrar El Señor de los Anillos. Tras un silencio el hombre comenta: "Por supuesto, no cree que haya escrito todo ese libro usted mismo, ¿no es así?"

Stratford Caldecott

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Su biógrafo revela que, después de conocer los efectos perniciosos de los coches en el campo, Tolkien no volvió a conducir, y que incluso disfrutando de la posición acomodada que le proporcionaban los derechos de autor que recibía de las ventas mundiales de sus libros, no tenía televisión, lavaplatos ni lavadora en su casa. El de Tolkien es un mundo en el cual la decencia y el honor tienen un valor infinitamente mayor que la riqueza material, y en el que sólo mediante la avaricia materialista, el afán de posesión y el deseo de poder temporal el Anillo Único obra su mal.

Elwin Fairburn

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El mundo sub-creado de Tolkien es intemporal, lo que le permite obviar lo periférico en favor de los eternos problemas de la existencia. Por esta razón, El Señor de los Anillos no está ahora más desfasado que cuando fue publicado. Por la misma razón no es arriesgado predecir la continuación de su popularidad. Si las futuras generaciones dejan de leer los clásicos de Tolkien no será porque haya dejado de ser relevante o quede desfasado. Si dejan de leer a Tolkien será porque ya no leerán nada. Si la tecnología convierte en superflua la palabra escrita, la obra de Tolkien se hundirá. Sus libros, que se han revelado demasiado reales para ser reproducidos por cualquiera de las nuevas formas de realidad virtual, serán entonces olvidados. Si eso ocurriera, marcaría el triunfo de la tecnología pero ciertamente no el triunfo del "progreso".

Joseph Pearce

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Lo que Tolkien hizo cuando puso la pluma sobre el papel fue ni más ni menos que crear un nuevo género literario: la fantasía heroica.
Pronuncie la palabra "fantasía" en una habitación abarrotada y salta la alarma. Lo sé porque debido a lo que escribo recibo cartas de estas gentes alarmadas continuamente. Para ellos, las palabras ficción y mentira son sinónimos indiferenciados. Puesto que por definición la ficción no responde a hechos documentados, la ficción es por tanto falsa. Algo falso es una mentira. Todas las mentiras son malvadas. Luego: la ficción es malvada. Y la ficción más sospechosa de todas es (horror, horror) la fantasía escapista.

(...) Tolkien tuvo que hacer frente a esta misma actitud; en su tiempo se le acusó de escribir una literatura escapista que llevaría a los lectores a abandonar la realidad en favor de una vida imaginaria imposiblemente rica y estimulante. La respuesta de Tolkien fue inequívoca: "Sí -declaró-, la fantasía es escapista, y ahí está su grandeza. Si un soldado es capturado por el enemigo, ¿no consideramos que es su deber escapar? ¡Los prestamistas, los ignorantes, los autoritarios nos mantienen a todos en prisión; si valoramos la libertad de pensamiento y alma, si somos partisanos de la libertad, nuestro deber es escapar y llevar con nosotros tanto como podamos!".

Richard Jeffery


martes, 17 de septiembre de 2013

"Fábula del falo" - Francisco Umbral


La “Fábula del falo” ha resultado ser una sorpresa múltiple, por lo que se ha ganado una zambullida en este agua salada sin ningún lugar a dudas: no solo se trata de un libro del que nunca había oído hablar (localizado por casualidad mientras buscaba algo muy distinto en una librería on-line de libros de segunda mano) sino que además está enfocado desde un punto de vista mucho menos irónico y cómico de lo que había imaginado: se trata de un estupendo ensayo que gira alrededor de la figura icónica del falo masculino, enfocado desde perspectivas sociales y culturales de diversa índole.

El ensayo está estructurado de una forma muy clásica, nombrando casi todos los  capítulos de la forma “El falo / X”, según sea la perspectiva desde la que se va a observar en cada caso: “El falo ausente”, “El falo/Baudelaire”, “El falo falible”, “El falo Drácula”, “El falo mercancía” y “La mujer fálica” son algunos de los más llamativos y enriquecedores.

"Lo que pasa es que un hombre con falo comienza por no tener falo. El falo es una cosa de la que nunca se habla, ni siquiera en aquellos momentos en que ha tenido actuación decisiva –un embarazo, un parto. Es lo que llamo falo ausente, y que convierte el falo en el rayo de luz que atraviesa el cristal sin romperlo ni mancharlo. Falo ausente es el falo que la sociedad convencional, por tenerlo tan presente, decide ignorar. El niño, cuando comienza a reflexionar, encuentra que nadie tiene falo, puesto que nadie habla de eso, entre los adultos, excepto él, con lo que empieza a experimentar, a vivir su falo como monstruosidad y como culpa. La educación antisentimental tiene unos efectos contrarios a los previstos: el niño no ignora su falo –empresa imposible–, sino que lo vive como culpa, se vive culpable, y esto da lugar a los “vampirismos del falo”, de que luego hablaremos."

Es emocionante conocer la opinión sobre estos temas de un personaje al que admiro tanto como al maestro Umbral, que en este libro se retrata como una persona coherente, sabia, con una sensibilidad muy especial y con capacidad suficiente como para relativizar su condición biológicamente masculina y enfocar los asuntos fálicos con una mirada global y no contaminada por los roles socialmente convencionales.

"El niño tiene algo que ocultar, un pequeño bulto, y el que tiene algo que ocultar es obviamente culpable."

En una sociedad donde la presencia del hombre ya no es imprescindible para la mujer en el momento de la fecundación (pudiendo sustituirse por tubos de plástico esterilizados y sin sentimientos) ni para el placer en el caso de las hetero y bisexuales (pudiendo sustituirse, una vez más, por juguetes sexuales de toda índole y condición, rompiendo los límites de la fantasía), los genitales masculinos se convierten en "un lujo de la fisiología, como Baudelaire, innecesario para todo, es un lujo para la Historia. (...) El falo/Baudelaire es en alguna medida el falo de Baudelaire, inútil y frustrado, o quizá es todo lo contrario, que viene a ser lo mismo: un objeto de juego erótico, un lujo inútil de la fisiología que por eso mismo fascina."

Umbral afirma, (hablando de la habitual confusión arenosa entre sueño y realidad), que nuestra naturaleza, instintos y sensaciones más oscuras y subconscientes no parecen ser tan distintas de las que experimentaron los primeros homínidos allá en la noche de los tiempos. La sociedad lo viste todo con sus disfraces de humo y PVC, pero seguimos siendo animales. Siguiendo con la reflexión temporal, impresiona lo actual que este libro sigue siendo a pesar de estar publicado en marzo de 1985, (cuando algunos, todavía, ni siquiera habíamos nacido).

Aquí también se trata de la censura católica y, de una forma más extensa, del eterno dilema de si el problema no estará en el ojo de quien mira. 

"¿Por qué nos violenta nuestro propio desnudo? Porque nadie está reconciliado consigo mismo. Lo que en nosotros hemos clausurado –a veces exhibiéndolo, como ocurre con buena parte del desnudismo burgués y “ecológico”–, se nos manifiesta en el cuerpo de otros. Tengo escrito que un cuerpo es lo más parecido a un alma. Quizá el cuerpo, siempre oculto, no sea otra cosa que lo que los antiguos llamaron alma."

Umbral comenta una antigua noticia en la que un cardenal sevillano cinceló los genitales de unas esculturas romanas en base a no se sabe qué trauma no solucionado, y leo esto en el mismo día que me cuentan que existen películas pornográficas especiales para curas y monjas (en un primer momento pensé que su peculiaridad sería la de estar pixeladas pero me dicen que no, que lo que las caracteriza es que aparecen sotanas) y, también en el mismo día, unas señoras muy amables me paran por la calle para ofrecerme un ejemplar de una pequeña revista muy manoseada que informa de la problemática de la pornografía en la sociedad actual desde un punto de vista católico: luce el sol... todo va mucho mejor que bien... así que declino su ofrecimiento sin detenerme a preguntarles qué demonios les pasa con la pornografía: por qué, exactamente, piensan que es maligna per se y por qué quieren erradicarla. Al igual que ellas, yo tampoco soy quien para imponer mis convicciones al resto. Y al igual que Umbral, opino que...

"El falo sólo es obsceno en contextos obscenos.
Luego la obscenidad está en los demás.
¿El falo es pornográfico? Lo es en la medida cínica en que deja de ser deseado para ser contemplado. La pornografía, la da el cinismo, y el cinismo lo da el distanciamiento.
(...) El falo es inocente."

Los falos cincelados, por cierto, terminaron siendo objeto de museo, y Umbral reflexiona al respecto de esta forma sublime:

"El falo deificado, el falo simbólico de los dioses, emperadores y atletas que mutiló el cardenal franquista/antifranquista, sólo se liberó de su condición de rehén de un símbolo para entrar en la triste y fría condición museal. Esta es la lenta y tediosa historia de sus veinte o veinticinco siglos. Otro Dios (aunque los dioses siempre son los mismos) les da por fin vida verdadera, la vida de la muerte: la única que pueden dar los dioses."

Según avanza, el libro se torna más y más interesante. Como muestra, un fragmento más, extraído del capítulo “La mujer fálica”:

"Entiendo por mujer fálica aquélla que ha invertido su papel en la sociedad, que ha decidido pasar al ataque, no por un conocimiento feminista, sino por un sentido muy macho –y muy femenino, al mismo tiempo– de la feminidad. Son mujeres que no engañan en cuanto al poder social/sexual de la hembra, que no juegan el juego de la debilidad o la ingenuidad. (...) No diremos, freudianamente, tópicamente, que sean mujeres con nostalgia de falo, ni mucho menos. Son, simplemente, mujeres que viven la feminidad como individualidad. O, dicho de otra forma, mujeres en quienes puede más el individuo que la especie o el sexo.
La conducta fálica de estas mujeres quizá descienda directamente de las amazonas legendarias. Uno prefiere creer que son mujeres en quienes la feminidad se ha realizado plenamente, en su variante agresiva, y que acaban así con el tópico de la pasividad femenina."

Cuando ya se ha alcanzado el empacho de pseudo-feministas ridículas que necesitan consultar a su macho de turno dominante hasta la más mínima decisión de su día a día, y de eternas adolescentes que han adoptado para siempre el rol de la princesa del guisante y, vacías, salen a diario a la calle a hacerse las guapas... de pronto uno se topa con el párrafo de arriba, lo lee de hito en hito, y la reacción que surge de forma espontánea es ponerse a dar saltos de alegría al grito de “¡Viva, viva!”. Porque otra realidad es posible, la voz de Umbral alimenta susurrándolo desde el otro lado...

Hay muchas más reflexiones en torno al falo dentro de este libro, que no caben en esta reseña, por lo que invito a todo el que haya llegado hasta aquí a que consiga un ejemplar  y se deleite entre sus páginas. El respeto y la admiración que sentía por Umbral florece aún más esta noche. Allá donde esté, brindo por él y le doy las gracias.

"La mujer como juguete de la especie y el falo como juguete de la mujer. Los papeles se han invertido."

jueves, 12 de septiembre de 2013

"A contrapelo" - Joris-Karl Huysmans


La decadencia está prohibida en tu mente.
HdS

Joris-Karl Huysmans es el pseudónimo del francés Charles Marie Georges Huysmans (1848-1907), funcionario del gobierno francés y crítico de arte además de ser el escritor que dio forma al movimiento decadentista de finales del siglo XIX. En esta magnífica novela, Huysmans se desdobla y da voz al excéntrico personaje Des Esseintes, que según todo apunta estaría basado en sus mismos gustos y convicciones personales.

En una novela sin apenas argumento, la brillantez de los personajes debe bastar para que tenga éxito y no se pierda en el olvido: en este caso un solo personaje consigue captar toda la atención del lector, puesto que su espíritu inconformista y rebelde, al igual que sus convicciones acerca de la sociedad en la que se ha visto obligado a vivir son tan novedosas para su época y están tan bellamente expuestas por Huysmans que hacen de la lectura de esta novela un auténtico placer para los sentidos.

El caso de Des Esseintes parte de la eterna frustración del hombre sensible y culto, que no encuentra semejanzas con el resto de individuos de su alrededor y busca consuelo en las supuestas bondades de épocas pasadas, a pesar de no haberlas vivido en persona.

(...) cuando un hombre de talento se ve obligado a vivir en una época prosaica y estúpida, el artista, incluso sin darse cuenta de ello, se siente atraído y obsesionado por la nostalgia de otras épocas. (...) Evoca recuerdos  de seres y de cosas que no ha conocido personalmente, y llega un momento en el que se evade violentamente  de la cárcel de su siglo y vaga, con toda libertad, por otra época con la cual, como última ilusión, le parece que hubiera encontrado una mayor armonía.

Pero Des Esseintes no es ningún artista, su relación con el arte se basa en consumirlo, no en producirlo. El sentimiento de irrealidad o de no pertenencia lo mitiga buscando su propio reflejo en autores con las mismas inclinaciones, cuyas obras le producen un placer solitario pero intenso y suficiente para calmarse. Si bien esta novela es un recorrido acerca de sus gustos más o menos extraños, la mayoría de los capítulos se centran en cuestiones literarias, haciendo del libro un auténtico ensayo que recorre una buena parte de las mejores obras de la literatura, desde los clásicos latinos a las obras contemporáneas francesas. Los autores en los que encuentra mayor reflejo en ese sentimiento de orfandad con respecto a la época en la que vive son Flaubert, Goncourt, Zola y Baudelaire, siendo el último a quien recurre más a menudo en busca de sosiego, como si de una droga de tinta y magia se tratase.

-¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué pocos libros existen que merezcan la pena de volver a ser leídos! -suspiró Des Esseintes, mientras miraba a su criado que bajaba del escabel donde había estado encaramado y que se apartaba para permitirle abarcar de un vistazo todas las estanterías.

Uno de los pasajes donde se puede observar al Des Esseintes más caprichoso es en el que ordena cubrir de oro y piedras preciosas el caparazón de una tortuga viva, con el fin de conseguir un equilibrio armónico a una alfombra con cuyas tonalidades no termina de sentirse satisfecho. Precisamente el decadentismo se caracteriza por encontrar la belleza al invertir las normas de lo convencional, rompiendo con las costumbres del naturalismo imperantes hasta el momento.

Qué lejos estoy del suelo
donde he nacido.
Inmensa nostalgia invade mi pensamiento.

Por lo demás, Des Esseintes no es más que un hombre caprichoso e insatisfecho que vive de forma acomodada gracias a la herencia familiar. Al no encontrar entretenimiento ni siquiera en los círculos más eruditos del París de su época, decide adquirir una mansión alejada en lo posible de la civilización, durmiendo de día y viviendo de noche, tan solo con la presencia callada y tranquila de sus fieles sirvientes.

(...) Des Esseintes conservó los dos viejos criados que habían cuidado de su madre. (...) Como la mujer debía pasar a veces por delante de la casa para dirigirse a un cobertizo donde se encontraba la leña, quiso que su sombra no le molestara al atravesar ante los cristales de sus ventanas, por eso mandó confeccionarle un vestido en falla flamenca, con cofia blanca y una amplia capucha negra, como llevan todavía en Gante las beguinas. La sombra de esta cofia pasando ante él, en el atardecer, le producía una impresión de algo monacal y le hacía recordar esos pueblos silenciosos y devotos, esos barrios recónditos, aislados y escondidos en algún rincón de una activa y bulliciosa ciudad.

Como curiosidad, "A contrapelo" es la novela que en "El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde, Lord Henry Wotton entrega a Dorian Gray llevándolo a su total perdición.

Además de ser una novela importantísima que influyó en escritores coetáneos y posteriores, se trata del recorrido extasiado de un amante del arte, sutil y refinado, escrito con mucho cuidado y precisión, uno de esos libros que te llevan a otros muchos libros.

Y al verme tan solo y triste
cual hoja al viento
quisiera llorar, quisiera morir
como Kurt Cobain de sentimiento.

Existe alguna razón por la que Huysmans no dejó terminar sus días en apacible y contemplativo sosiego a su personaje Des Esseintes, introduciendo ya al final de la novela un acontecimiento que impone obligado fin a su vida tal y como la había configurado hasta el momento.

Joris-Karl Huysmans

lunes, 2 de septiembre de 2013

"I´m not crazy. My reality is just different than yours" - Mara Blackflower


you don`t know me
you´ll never catch me
you can`t change me
i´m free
you don`t respect me
cause i´m who i´m
i´m different
my reality is just different than yours
y mi reino igual de grande
Aprende a mi lado,
huye
o haz como si no me vieras
pero no intentes destruirme
ni sofocarme.
Porque aunque lo consigas
y me quemes en la hoguera
de mis cenizas,
nacerán miles de flores,
que esparcirán sus semillas por el mundo
haciéndolo aún más bello


Poema extraído del blog marablackflower.

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