miércoles, 22 de febrero de 2012

Lección pasada de moda - Javier Marías


Leer el nuevo libro de Javier Marías supone un verdadero placer. "Lección pasada de moda: Letras de lengua" (Galaxia Gutenberg) recopila un total de cuarenta y nueve artículos de opinión, ya publicados en otros medios, cuyo nexo común es el tema que tratan, a saber: la preocupación de Marías sobre las incorrecciones lingüísticas. He de reconocer que estos artículos son de mis favoritos. No sólo se aprende leyéndolos -por ejemplo, los usos correctos de algunas expresiones, el significado exacto de algunas palabras maltratadas, las traducciones correctas de falsos amigos ya adoptados por los hablantes descuidados, etc.- sino que se disfrutan por la forma que tiene Marías de usar la ironía en ellos, o de mostrarse abiertamente hastiado de soportar incorrecciones continuamente, en muchos casos. Es realmente divertido leer con qué soltura y sabiduría responde a las cartas que recibe de lectores ofendidos por sus artículos, en las que le acusan de cometer, a su vez, incorrecciones:

A usted le parece "insoportable" mi "loísmo". Está en su derecho,  pero antes de calificarlo de "defecto lingüístico", cerciórese de que lleva razón. Señalar como defecto lo que precisamente es correcto sí que me resulta a mí insoportable.
"Bachillerato con adultos", pág. 41.


Una buena cantidad de artículos tratan el tema de la ya cansina corrección política del lenguaje. Marías señala multitud de ejemplos, provenientes del mundo de la política muchas veces pero también de colectivos de todo tipo, que solicitan sin cesar que se incluyan en el DRAE los términos y expresiones que ellos usan tal y como ellos los usan, sin detenerse primero a valorar, como bien explica Marías sin descanso, que el lenguaje está en continua evolución y que la RAE no obliga ni impone su uso correcto, solamente aconseja acerca de él. Además, la inclusión de nuevos términos o de nuevos significados para los ya existentes no implica ni asegura en ningún caso que los hablantes vayan a utilizar en su día a día esos nuevos usos. Son precisamente los hablantes quienes hacen que la lengua evolucione, y así éstos se vaya reflejando, sin mayores aspavientos, en el DRAE. No obstante, y pese a pertenecer a la RAE, Marías critica en más de una ocasión sus decisiones, que realmente resultan grotescas y absurdas en algunos casos (personalmente, no entiendo la famosa decisión de suprimir las tildes, ¿se imaginan el caos?)

Siguiendo con lo políticamente correcto, Marías insiste sin cesar en lo absurdo de empezar a utilizar términos como "jueza" cuando los dentistas varones jamás han sentido la necesidad de algo como "dentisto" para identificarse, por poner sólo un ejemplo. Pero son cientos, la sociedad está idiotizada. 

Lo más importante, sin embargo, es la reflexión que aparece al menos en dos ocasiones y que aporta una luz aún mayor a la cuestión lingüística que todos estos pequeños ejemplos tan aburridos. Y es que controlando desde arriba nuestro idioma, nuestros usos y costumbres, señalando como incorrecto lo que políticamente no interesa en su momento... consiguen controlar el instrumento -el habla- con el que pensamos y, de esta manera, conseguirán controlar también nuestro pensamiento. NO lo permitan, se lo ruego: el idioma es una de las pocas cosas, aunque muy poderosa, que tenemos para defendernos. Si también consiguen arrebatárnoslo, estamos acabados. Lean, escriban y hablen, y esfuércense siempre en hacerlo mejor, es importante.

sábado, 4 de febrero de 2012

EN EL DELTA DEL NILO


La joven esposa lloró sobre su comida,
en el hotel, después de un día en la ciudad,
donde vio a los enfermos que se arrastraban y yacían
y niños que debían morir fatalmente.


Ella y el marido subieron a su cuarto
donde esparcieron agua para ocultar la roña.
Se fueron a sus camas sin muchas palabras.
Ella cayó en un sueño pesado. Él se quedó despierto.


Fuera, en la oscuridad, pasó un gran ruido.
Murmullos, pasos, gritos, vagones, cantos.
Andaban necesitados. No cesaban nunca.
Y él se durmió enredado en un no.


Llegó un sueño. Él viajaba por mar.
En el agua gris hubo un movimiento
y una voz dijo: "Hay uno que es bueno.
Hay uno que puede verlo todo sin odiar".


"Deshielo a mediodía", Tomas Trasntrömer
Nórdica, 2011
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